Coordinador Ángel Pérez Menchero. email: seo-sierradeguadarrama@seo.org Secretario Benjamín Berdiales Fraga.

lunes, 12 de marzo de 2018

Crónica salida rapaces nocturnas


El pasado día 24 de febrero de 2018, cuatro miembros del grupo, junto con 12 valientes, quedamos en el apeadero de la estación de tren de El Escorial, con el fin de realizar la actividad de observación de rapaces nocturnas, organizada por SEO Sierra de Guadarrama y el Ayuntamiento de El Escorial.

A las 16:30, ya estábamos en las dehesas de la Herrería lindando con la zona noroeste de la casita del Príncipe.

Mientras escuchábamos y veíamos distintos paseriformes (Trepadores, Carboneros comunes, Herrerillos comunes, Agateadores comunes,…), no tardó en saltar la liebre. En un Fresno a unos treinta metros, allí estaba el duende del bosque. Era un ejemplar muy pálido, que disfrutamos a placer.

Estábamos deleitándonos con él, cuando, cerca, muy cerca, localizamos otro del morfo pardo más corriente. Estaba muy cerca, y fue un disfrute el analizar ambos bichos, sus patrones de plumaje, y otras curiosidades.

Continuamos dando un paseo, donde Zorzales comunes, Mirlos, Estorninos, y algún Pito real, nos acompañaron hasta que tocó llegar al coche, para iniciar la segunda etapa del día.

Aparcamos en Galapagar a esos de las 18 horas, y emprendimos un precioso paseo por el Parque Regional de Curso Medio del Río Guadarrama, a la búsqueda de un buen emplazamiento pare ver al Gran Duque. Estupendo monte mediterráneo de Encinas, Enebros y Pinos piñoneros, junto con unos berruecos excepcionales; hábitat idóneo para el Búho real.



Nos colocamos en una ladera, y empezamos a esperar, rodeados de los distintos sonidos de la tarde. No tardó en “saltar la liebre”. Primero lo oímos un segundo, para inmediatamente después, lejano, pero muy visible sobre un bolo de granito, y aún con muy buena luz, se dejara ver un ejemplar cantando; presumiblemente el macho.

Durante más de media hora pudimos disfrutar de él con los telescopios y prismáticos, mientras cambiaba de posición. En un determinado momento, apareció un segundo ejemplar; se juntaron, tuvieron una breve cópula, y cada uno se colocó sobre su roca, cantando intermitentemente.

Entrada ya la noche, volvimos a los coches con la sensación del deber cumplido, el ulular del Búho, y la sonrisa en la cara de una estupenda jornada.

Repetiremos.